Entrenar sin competiciones: el riesgo de desmotivarse

Quizá sientas que entrenar sin competiciones a la vista no te acaba de motivar. Puede ser que te cueste más comprometerte con tu entrenamiento y siempre encuentres buenas excusas. Poco a poco entrenas menos y con menos ganas. ¿Cómo podrías enfrentar esta situación de otra manera? ¿Sabes qué hace que te veas más desmotivado?

entrenar sin competiciones

No es raro que no tener competiciones definidas como objetivo te haga coger con menos ganas tu entrenamiento. Seguramente el compromiso baje y te des más libertad para saltarte entrenos, recortarlos u olvidarte de sesiones más exigentes.

No te diremos que esto sea algo raro, es normal reaccionar así.

Es por esto que también siempre hablamos de que un objetivo es importante para la motivación. Cuando uno define un objetivo alcanzable, que ve que podría realizar aunque no sin esfuerzo, automáticamente se dispara la motivación. Entras en situación de estar dispuesto a enfrentar obstáculos y hacer sacrificios que en otras circunstancias podrían parecerte impensables.

 

¿Cómo afrontar entonces un periodo de entrenar sin competiciones?

 

Consideramos un contexto en que no se puede fijar una competición como objetivo a corto o medio plazo porque bien no hay competiciones definidas, bien tengas unas circunstancias que te lo impidan.

Pero primero, ten en cuenta una cosa, ¿tu idea es acabar concretando una competición como objetivo en un plazo no muy largo cuando la situación lo permita?

Es cierto que el pico de forma es relativamente puntual. Es decir, no se puede mantener eternamente sino en una ventana de unos días o semanas. La clave a la hora de competir es que esa ventana de pico de forma encaje con el día de la carrera.

Pero también, alcanzar ese pico de forma lleva un tiempo de entrenamiento previo. Hay un tiempo mínimo según la distancia a la que te enfrentes que no se puede reducir. Sin embargo, ese es el tiempo mínimo, no máximo.

Disponer de más tiempo de preparación puede hacer que el progreso sea más gradual y se organice de otra manera más dosificada. O que te permita aspirar a un objetivo más ambicioso. Si partes de un punto de forma bajo, o más bajo del que tenías en otras ocasiones, te puede llevar más tiempo alcanzar el pico de forma que tu objetivo requiera.

Esto quiere decir que no ponerle fecha al objetivo puede no suponer no tener objetivo. Es decir, puede ser que en tu cabeza siga estando la idea de correr una maratón en 3 horas. Ahora no sabrás qué día podrás enfrentar ese reto pero sí que en cierto modo tu entrenamiento trabajara con ese enfoque.

Esa falta de fecha te impedirá definir el empujón final propio del ciclo específico que te hace llegar al punto óptimo para enfrentarte a la competición. En cambio, necesitarás igualmente ir avanzando tu forma física para estar preparado para el día en que tengas que dar el salto a atacar el pico de forma. Cuanto mejor punto de partida hayas alcanzado en ese momento, mayores serán las garantías de tu éxito.

Leyendo el contexto así, conseguirás tener un punto más de motivación que si consideras que no hay nada que hacer y no merece la pena el esfuerzo porque no sabes cuándo competirás.

 

¡Ojo! Que tu cerebro puede querer engañarte.

 

Ten cuidado con este órgano, porque nuestro cerebro es perezoso y cómodo por naturaleza.

Su tendencia es no realizar esfuerzos ni del tipo mental ni lo que le supone en cuanto a arrancar procesos que se activan cuando ejecutas ejercicio físico. En ese momento el cerebro tiene que empezar a dar órdenes a los músculos, el sistema respiratorio, el corazón, a secretar ciertas hormonas… Todo un esfuerzo que le gustaría evitarse.

Esto hace que prefiera poner en marcha mecanismos de autoengaño o autojustifiación. De construir la realidad según él quiere verla para su comodidad.

Si lo piensas bien, ¿cuántas veces has generado excusas para saltarte entrenamientos o rebajarlos?

Imagina que vas corriendo en una tirada larga con calor. Te mueres de ganas por parar el sufrimiento. Entonces, empiezas a entrar en esos pensamientos de: ¿de verdad es esto necesario?, seguro que con tanto calor no es bueno hacer esto, igual puedo parar ahora y hacer mañana un poco más y sería lo mismo o parecido…

Es el momento en que tu cerebro empieza a ponerse creativo en generar justificaciones que te hagan creer que lo mejor que puedes hacer es parar. Es capaz de hacerlo tan bien, que puedes llegar a pararte con cierta tranquilidad. Incluso después de haber parado, seguir generando argumentos de que eso era lo mejor que podías hacer para evitar otros riesgo o males mayores.

Es por esto que la fuerza mental es clave en el corredor de fondo. A nuestro cerebro le gusta jugar en contra de nuestro objetivo, porque claro, supone un alto esfuerzo.

Y esa fuerza mental, la tenemos también que entrenar. Para nuestro reto deportivo pero también para nuestra vida.

El mismo mecanismo mental que nos ataca en carrera, funciona en nuestro día a día. Cuando no te apetece realizar algo que no te motiva especialmente o es más una obligación que un placer, tu cerebro activa el mismo sistema. De ahí que encuentres que muchas tareas que te aburren se queden estancadas día tras día.

Obviamente, romper esta búsqueda de comodidad de nuestro cerebro, requiere que nuestro pensamiento consciente inicie una lucha contra lo que pasa en el plano inconsciente (la mayor parte de la actividad de nuestro cerebro). Aquí es donde el objetivo es de gran ayuda. Es entonces cuando pueden generarse pensamientos del tipo: es necesario este esfuerzo para dar un paso más hacia mi objetivo, si no cumplo con el día a día no lo conseguiré, tengo que ser fuerte mentalmente también para estar preparado para el día de la carrera…

Contra la pereza propia del cerebro, se necesita la fortaleza mental que te da luchar por un objetivo.

En la medida en que este objetivo exista aunque sea a más largo plazo, conseguirás no dejar que decaiga tanto tu nivel de forma y entrenar tu fortaleza mental. Las excusas que ahora pueda estar generando tu cerebro, serás más consciente de que deberías rebatirlas y conseguir salir a entrenar.

Míralo por aquí, si pasas por un momento de un objetivo sin fecha definida o más inconcreto pero eres capaz de cumplir con el entrenamiento, estarás haciendo un muy buen entreno de fuerza mental. Saldrás más fortalecido de esta etapa de entrenamiento.

 

El error de no tener planificación.

 

Ahora bien, súmale a una situación de cerebro perezoso y un objetivo sin fecha definida, entrenar sin una planificación.

Sabes lo que pasará, ¿no?

Tu cerebro puede ser capaz de generar más autojustificaciones de las que jamás pensarías para mantenerte haciendo poco esfuerzo físico. Fácilmente habrás construido de manera muy sólida una realidad que te hace pensar que es evidente que no tienes que hacer esfuerzos.

Pero, cuanto menos esfuerzos hagas, más bajará tu forma y más te costará luego conseguir ir subiendo. Más irás también alejando tu objetivo porque cuando puedas definirlo puede ser que te falte tiempo para alcanzar el punto de forma que requiera.

La cuestión es que una planificación no solo debería garantizarte una mejora de forma poco a poco por ir siguiendo un camino correcto. Sino que también, aumenta tu compromiso con el entrenamiento.

Cuando no tienes una planificación establecida y vas cada día improvisando o decidiendo sobre la marcha si entrenas o no, acabas por entrenar de menos. Piensa que se lo estás poniendo muy fácil a tu cerebro para que encuentre justificaciones como: que hoy no me daba ya tiempo, hace calor para salir hoy, total con nadar un poco ya bastará…

Entonces entras en la espiral de la bajada de forma y de motivación.

Muchas veces nos hemos encontrado con corredores desmotivados no solo por no alcanzar un objetivo, que quizá ni lo habían intentado, sino por sentir que no mejoran su rendimiento. Esforzarse sin ver mejoras, te merma el ánimo. Está claro, estás haciendo un esfuerzo y sacrificio que ves que no te lleva a nada.

En este sentido, la parte positiva de la planificación es que te hará verte mejorando. Lo cual te llevará a la espiral de querer seguir haciendo más y mejor porque cada vez recuperas mejores sensaciones de entrenamiento. Porque también te llevas alegrías y satisfacciones al verte superando barreras y eso te mantiene enchufado.

El planteamiento de tirar solo de planificación cuando estás en un ciclo específico y pensar que las fases anteriores no tienen tanta importancia, puede también estar jugando en contra de tu objetivo. No ayudas a que mejore tu forma, baja tu motivación, te comprometes y entrenas menos y empiezas a perder el hábito; querer más adelante recuperar todo de golpe, será muy difícil.

Así que, contar con una planificación es más que recomendable. Aunque a veces sea bueno descansar de ella y sentirte más libre. Pero que no sea durante un periodo demasiado largo que te haga bajar mucho la forma y perder el hábito o la capacidad de lucha y sacrificio. No dejes que tu cerebro olvide esto que puede acomodarse y luego no querer recordarlo más.

Entrenar sin competiciones no tiene por qué ser el fin de la motivación. La planificación del entrenamiento y la percepción de mejora pueden ser tus aliadas en estas circunstancias.

>> Aquí puedes conocer más sobre planes de entrenamiento

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